Oficios de la mar

Hace más o menos cien años, gran parte de los habitantes de Luanco trabajaban en oficios relacionados con la mar y la pesca. En esta lectura te contamos algunos de ellos.

La jornada del pescador empezaba de madrugada, cuando los rapaces de tierra iban por todo el pueblo despertando a las tripulaciones de las lanchas de pesca. Entonces los pescadores se dirigían al puerto, llevando la comida en un balde de madera.

Vapor saliendo del puerto de Luanco.

El trabajo en la mar era muy duro. Los pescadores madrugaban mucho, y a menudo tenían que soportar el mal tiempo, en embarcaciones de remo y vela, para traer el pescado a casa. Cada especie tenía su temporada de pesca. Por ejemplo, durante el verano se pescaba el bonito o la sardina, y por el invierno se dedicaban al besugo o la merluza. A la temporada de pesca se le llama costera. La más importante era la costera del bonito, porque era la que más ganancias dejaba en el pueblo.

El bonito se pescaba con un arte llamado cacea, que consistía en unas largas varas sujetas en los costados de la embarcación. En ellas se sujetaban las caceas con varios anzuelos sin cebo. La embarcación siempre estaba en marcha.

 

Detalle de una cacea y algunas especies que se pescan con ella.

Otras especies como la sardina o el bocarte (anchoa) se pescaban con redes de cerco, porque son peces que viajan en bancos muy grandes, y no era difícil cercarlos con la red.  Las redes de cerco tienen en la parte de abajo un cabo o jareta que puede cerrar la red formando una bolsa.

Vapor pescando sardina con red de cerco.
Lanchona pescando bonito a la cacea.

La costera de bonito duraba desde principios hasta finales de verano. Era una pesca de altura, es decir, que las lanchas debían adentrarse muchas millas lejos de la costa. Los marineros estaban varios días sin regresar a puerto, y cuando lo hacían, era todo un acontecimiento.

Cuando los hombres llegaban a puerto, empezaba el duro trabajo para las mujeres, que cargaban el pescado en cestas (paxa, en asturiano) y lo llevaban sobre la cabeza, caminando muchos kilómetros para venderlo por la calle y por los pueblos de los alrededores. A veces, en lugar de venderlo, lo cambiaban por otros productos: frutas, verduras, huevos, …, etc. Por eso las llamaban muyeres de la paxa.

Muyeres de la paxa en La Ribera. Inspirado en un cuadro de J.G. Solana.

Gran parte del pescado iba a las fábricas de conservas. Al principio, la manera de conservar el pescado era en salazón, es decir, metiéndolo en sal para secarlo. Pero más adelante aparecieron las latas de conservas, que se siguen utilizando en la actualidad.

Fábrica de conservas “Cabo Peñas”.

En las fábricas de conservas de Luanco trabajaban sobre todo mujeres. Ellas preparaban el pescado, lo cocinaban y lo metían en las latas, en aceite en escabeche, que es una mezcla de agua, vinagre y azúcar.

Mujeres etiquetando y empaquetando latas de conservas.

El trabajo en las fábricas era muy duro, sobre todo durante la costera del bonito, en la que los barcos llegaban casi ininterrumpidamente.  Había que preparar el pescado para que no se estropease, porque todavía no existían las cámara frigoríficas.

Etiqueta de una lata de bonito.

Otro oficio tradicional era el de carpintero de ribera o calafate. Se dedicaban a construir y reparar embarcaciones de madera. Calafatear consiste en tapar con brea las juntas de las tablas de los barcos, para que no entre el agua. Pero el oficio de carpintería de ribera es más que calafatear. En primer lugar hay que elegir la madera y trazar las piezas según el tipo de embarcación que se vaya a construir. A continuación se coloca la quilla, que es la pieza más importante del casco, porque es como si fuese la columna vertebral. Se utiliza madera de roble o eucalipto, porque es dura y resistente. Luego se construye el resto del armazón, que es como el esqueleto del barco. Para estas piezas también se utiliza la madera de roble.

Carpinteros de ribera trabajando en el armazón de una embarcación.

A continuación se forra el casco con tablas de madera de pino, que se curvan para adaptarlas a los contornos de la embarcación.

Forrando el casco con tablas de pino.

Después de terminar el casco, ya solo queda pintarlo y colocarle detalles como motor, hélice y cabina si se trata de una embarcación grande. Construir un barco es una tarea muy delicada y de gran habilidad, porque tiene que ser estable y flotar sin inclinarse.

Acabado final de un vapor de pesca, hacia 1920.

Todos estos oficios de la mar se transmitían de padres a hijos, pero poco a poco se han ido perdiendo. En la actualidad, la pesca ya no es tan importante, y al igual que en otros pueblos costeros de Asturias, los habitantes de Luanco trabajan en la industria, en el comercio, o en otras actividades como el turismo.

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